Mi ateísmo
Yo tampoco podría creer en un Dios con barba y canoso (nada personal con los canosos o con barba… pero ¡Dios!).
Tampoco podría creer en un Dios que castiga a los culpables, que amenaza a los dudosos y que premia a los que se portan bien.
Me es prescindible un Dios que creó el mundo, lo dejó bonito y se fue.
Me provoca rechazo una idea de Dios que legitima el uso de la violencia o justifica los abusos de poder de cualquier institución.
Comparto que es opio del pueblo una religión que predica la resignación del “Dios lo ha permitido; tenemos que aceptarlo” o que justifica lo injustificable de la injusticia y la desgracia de los pobres.
No puedo creer en un Dios utilizado como argumento incuestionable que cierra toda puerta de diálogo.
Una religión que excluye es inaceptable; más aun, debe ser combatida.
Tienes razón. Yo tampoco puedo creer así. Con ese Dios y con esa religión… ¡ni a misa!